Los antecedentes de la fotografía y las cabinas fotográficas
La cabina fotográfica moderna es hija de dos de los inventos más importantes de la historia. En primer lugar, la cámara fotográfica, y, en segundo lugar, la máquina expendedora automatizada.
Antes de 1839 que aparecieron las primeras cámaras fotográficas, las personas tenían sólo dos alternativas para mirarse a sí mismas, un retrato, o el reflejo de una superficie cristalina. Los retratos solían ser bastante costosos y tardaban de semanas a meses en ser terminados, por lo cual sólo las personas acomodadas podían permitírselos. Además, implicaban que el retratado en cuestión posara durante horas, así que también eran muy poco prácticos.
Los primeros daguerrotipos causaron furor en Europa, pero seguían siendo bastante costosos e imprácticos. En la segunda mitad del siglo XIX, los ferrotipos, mucho más prácticos y económicos, comenzaron a democratizar los retratos, y, aunque su costo seguía siendo mucho más elevado que el de las modernas tiras de las cabinas fotográficas, era un lujo que incluso personas de clase media baja podían permitirse en ocasiones especiales.
Muchos innovadores continuaron buscando la manera de que el arte de la fotografía fuera cada vez más práctico, y para principios del siglo veinte ya existían cámaras fotográficas portátiles capaces de capturar imágenes extremadamente nítidas.
Durante este siglo, las personas comenzaron a dejar de hacerse retratar por pintores y comenzaron a retratarse con fotógrafos. Rápidamente, los retratos familiares se volvieron una tradición en la mayor parte de las familias del mundo occidental.
En 1883, un invento completamente diferente les permitió a las personas obtener productos de maquinas expendedoras automatizadas, que se popularizaron con gran rapidez por todo el mundo. Aunque fueran completamente distintos, estos dos inventos sentaron las bases de la cabina fotográfica moderna.
Anatol Marco Josepho y su fotomatón
La invención de la cabina fotográfica se le atribuye a Anatol Josepho (1894-1980). Nacido en la provincia de Omsk en Siberia. Esta provincia industrial estaba bastante alejada de Moscú, y llena de exiliados políticos e intelectuales, así como individuos pertenecientes a minorías, como los judíos.
Anatole creció en el seno de una familia acomodada, sin embargo, su madre murió cuando él apena tenía tres años, lo cual le hizo desarrollar una relación muy apegada con su padre, joyero de profesión. Dicen sus biógrafos que desde muy pequeño comenzó a mostrar un gran interés en la fotografía.
Por aquel entonces, hacerse un retrato fotográfico era un lujo que sólo podía darse la clase acomodada y muy de vez en cuando las clases más bajas, sin embargo, Anatol estaba decidido a encontrar una manera de que también las personas de clase media pudieran hacerse un retrato a un costo accesible.
A los quince años, abandonó el hogar paterno para embarcarse en una aventura hacia América y poner en practica todo lo que había aprendido sobre fotografía en el instituto y también por cuenta propia. Sin embargo, en su primera escala en Berlín, que por aquel entonces era una de las ciudades más cosmopolitas de Europa, encontró un estudio de fotografía en el que pudo ver retratos de calidad muy superior.
Con algo de suerte y de argumentación, Anatol logró que el dueño del estudio lo contratara, y pasó los tres años siguientes profundizando su conocimiento de las cámaras portátiles, el arte del revelado, los negativos y demás técnicas contemporáneas de la fotografía.
Sin embargo, cuando su curiosidad hubo rebasado aquello que pudo aprender en Berlín, tomó sus ahorros y se embarcó por fin en su travesía hacia América con una sola idea en la cabeza: encontrar la manera de que las personas pudieran retratarse de una forma más rápida, nítida y económica.
Sabemos poco de esta expedición a Norte América, salvo que no fue muy exitosa. Al poco tiempo, sintiéndose derrotado por la dificultad que le representó encontrar trabajo en el ramo de la fotografía, regresó a Europa y se instaló en la ciudad de Budapest, donde abrió su propio estudio de fotografía a la corta edad de diecinueve años.
Ya dueño de su propio negocio, Anatol comenzó a experimentar con varias técnicas de fotografía y a realizar los primeros borradores de diseño para su primera cabina fotográfica automatizada. En ese momento, sus aspiraciones de inventar una máquina que operara por sí misma en la cual las personas pudieran obtener un retrato de forma inmediata sonaban más bien a disparate. Pero Anatol estaba decidido a cumplir con ese propósito, principalmente por que no veía obstáculo alguno que con la técnica y la inventiva adecuada no pudiera salvarse.
Otra de las obsesiones de Anatol era encontrar la manera de prescindir del revelado en negativo de los retratos, usando un papel en el que pudiera imprimirse directamente un positivo a color. Durante la tercera década de su vida, viajó a Shangai y allí instaló de nuevo su estudio, con resultados bastante prósperos y la posibilidad de seguir diseñando prototipos de cabina fotográfica y avanzar en el proceso químico del papel de revelado.
Con más recursos y un proyecto sólido en mano, viajó a de nuevo a estados Unidos, haciendo una escala en Hollywood para empaparse de la experiencia de las imágenes móviles del cine. Luego, consiguió inversionistas suficientes como para construir su primer prototipo. En 1925 abrió su primera cabina fotográfica en la ciudad de Broadway. Por 25 centavos de dólar, las personas podían obtener una línea de ocho retratos consecutivos que se les entregaban de forma inmediata.
Las multitudes no se hicieron esperar haciendo fila afuera del fotomatón de Anatole, convirtiendo la inversión en uno de los negocios más redituables del momento. Al poco tiempo, le fue hecho un ofrecimiento de un millón de dólares, que por aquel entonces era muchísimo más dinero, por la patente de su invento. El año siguiente vendió los derechos en Europa, y en poco tiempo estaba llevando su cabina fotográfica a todo el mundo. Había cumplido su sueño de volver los retratos fotográficos una alternativa disponible para el público.
La accesibilidad de las cabinas fotográficas y su formato particular de retratos consecutivos las convirtió en todo un fenómeno social. Los actores más famosos las usaban, los artistas encontraban la forma de sacarles provecho y las chicas más aventureras las usaban para obtener fotos que levantaban varias miradas inquisitivas. Pero eso no detuvo su popularidad. Puedes ver algunas de estas fotos Aquí.
La cabina fotográfica moderna
Durante las décadas posteriores a la invención de la cabina fotográfica, éstas comenzaron a volverse más sofisticadas que los rudimentarios prototipos de Josepho. Con el tiempo, mejoró considerablemente la calidad de las imágenes obtenidas, el color y el proceso en general se volvió más confiable y económico. También disminuyó el tamaño de éstas pues ya no se necesitaban tantos componentes voluminosos.
Las cabinas fotográficas en la ciudad pasaron de ser una novedad bastante llamativa, a convertirse en pequeñas estructuras que podían encontrarse por todos lados, desde centros comerciales, hasta cines y avenidas principales. La invención del mutoscopio permitió que las tiras de fotografías crearan un efecto cinematográfico de movimiento.
Aunque para la segunda década del siglo pasado las polaroids automáticas permitían sacar fotografías al instante, las cabinas fotográficas ya se habían convertido en una tradición y en un símbolo de la juventud pasándola bien.
Con la disponibilidad creciente de las cabinas fotográficas en lugares de entretenimiento, las personas comenzaron a vincularlas con la posibilidad de obtener buenos recuerdos a precios económicos con sus amigos, su familia y sus parejas.
Durante los setentas, ochentas y noventas, era todavía muy común que las personas tuvieran varias de estas tiras fotográficas realizadas en cabinas de tecnología análoga. Sin embargo, con el advenimiento de la fotografía digital en 1975, las cabinas fotográficas análogas comenzaron a migrar hacia la tecnología digital, ya que el procedimiento era mucho más económico y la calidad de las imágenes muy superior.
Las cabinas fotográficas comenzaron a desaparecer progresivamente de muchos lugares cuando las personas tuvieron la alternativa de retratarse a sí mismas con sus teléfonos celulares. Sin embargo, se convirtieron en objetos de culto para las generaciones anteriores y en curiosidades que llaman mucho la atención de las nuevas.
Hoy en día, la gran mayoría de las cabinas fotográficas son de tecnología digital y están provistas con una serie de efectos que dan la posibilidad de personalizar bastante las imágenes. Pese a ello, siguen siendo consideradas como artículo “vintage”, y son muy socorridas como amenidades para eventos de todo tipo.
Aplicaciones empresariales de las cabinas fotográficas
En la última década, con el advenimiento de los teléfonos inteligentes, las cabinas fotográficas pasaron de ser la única alternativa rápida y económica para retratarse en la calle, a convertirse en amenidades vintage muy apreciadas en eventos sociales y empresariales, especialmente aquellos que buscan una ambientación divertida y tradicional.
Entre otros, los nichos principales de mercado de las cabinas fotográficas digitales modernas son:
Fiestas y eventos
Una de las alternativas más prácticas para comenzar tu negocio es la renta de cabinas fotográficas para fiestas y eventos sociales y empresariales de todo tipo.
A las personas les encantan las amenidades y siempre que alguien va a celebrar una boda, una fiesta de fin de año o cualquier otra ocasión importante, busca la manera de impresionar lo más posible a los invitados.
Las cabinas fotográficas son una buena inversión porque, además de que puedes adquirirlas de calidad en una gran gama de precios, son fáciles de armar, desmontar y trasladar, así que en general mantienen el costo de operación en un nivel que te permite ofrecer buenos precios a tus clientes.
Además, las cabinas fotográficas para eventos pueden ser el producto estrella que combines con otro tipo de amenidades, como pistas iluminadas o mesas de dulces. Puedes adaptarlas a cualquier tipo de fiesta temática con simples vinilos y accesorios ad hoc, por lo cual no importa si tu cliente sueña con una fiesta ochentera o de princesas, tu cabina fotográfica se adaptará perfectamente a ella.
El software para cabinas fotográficas es sencillo de usar y la recuperación del material rápida y fácil, por lo que con una buena configuración te ahorras varias horas de trabajo de selección y podrás entregarle sus fotos a tu cliente con prontitud.
Comprar una cabina fotográfica es una excelente inversión de inicio para un negocio en el ramo de los eventos. Las hay de modelo tradicional pero también puede encontrar extravagancias muy a la moda como cabinas fotográficas inflables o tipo espejo a muy buen precio. Compruébalo aquí.
Centros comerciales
Desde que las cabinas fotográficas antiguas vivieron su época dorada, uno de los lugares más frecuentes para encontrarlas fueron los centros comerciales y los cines. La razón es bastante obvia: las personas que salían a divertirse o a pasear estaban más dispuestas a usar una cabina fotográfica simple y llanamente porque estaban de buen humor o querían un recuerdo de alguna salida especial con un amigo o con la pareja.
Con el tiempo, aparecieron opciones todavía más inmediatas para conseguir estos recuerdos, como los teléfonos celulares con cámaras integradas, y poco a poco las cabinas fotográficas fueron retiradas o quedaron en desuso.
Hoy en día, las cabinas fotográficas en centros comerciales han vuelto a ponerse de moda pues, aunque ya están equipadas con tecnología digital y una gran variedad de efectos a elección del usuario, son consideradas como artilugios “vintage” que llaman mucho la atención, no por el hecho de que se puedan conseguir tiras de fotografías instantáneas, sino porque reviven una época de la que muchas personas tienen nostalgia.
Por esta razón, y por el costo bastante accesible del servicio que prestan, las cabinas fotográficas son una buena inversión si se pretende instalarlas de fijo en un centro comercial.
Recuerda que uno de los requerimientos de ubicar tu cabina fotográfica en un centro comercial, es que debes considerar los gastos de la renta del espacio, que por lo general son similares a los de un “stand” fijo de pasillo. Aunque también puedes retarlas a tiendas por un tiempo determinado. No olvides que es importante hacerle firmar un contrato de renta a tu cliente.
Además, tu equipo está más vulnerable ante actos de vandalismo, por los cual debes tomar las medidas de seguridad necesarias y procurar que el mismo quede en el alcance visual de personal o cámaras de seguridad.
Los parques de diversiones también son una buena alternativa para que tengas cabinas fotográficas a concesión, sólo considera los mismos puntos que con un centro comercial, más el hecho de que probablemente tu equipo se encuentre a la intemperie y requiera algún tipo de protección adicional.
Carnavales y desfiles
Puede que no suene muy intuitivo, pero te sorprendería la cantidad de personas que, en la efervescencia de un carnaval, un desfile del año nuevo chino o de una marcha LGTB, por ejemplo, están anímicamente muy predispuestas a hacer cosas nuevas y a atesorar el momento con una fotografía original.
Algunas cabinas fotográficas pueden adaptarse para ser muy maniobrables y portátiles, lo que te permitirá aprovechar los eventos masivos de acceso público para recuperar tu inversión con mucha rapidez.
Lo que necesitas considerar son los permisos pertinentes con la delegación en cuestión, el personal necesario para asegurar la integridad del equipo, y el tipo de equipamiento adicional que vas a necesitar para poder mover tu cabina de un lugar a otro con comodidad.
En incubando éxitos queremos verte triunfar
Ahora que ya saber por qué invertir en cabinas fotográficas es una gran apuesta de bajo riesgo y alto ROI para que comiences o amplíes tu negocio, es momento de que nos permitas asesorarte con respecto a tus mejores opciones y nuestras promociones y alternativas de pago.
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